martes, 30 de noviembre de 2010

Por donde viniste, Xosé

Hacía tiempo que no sentía semejante euforia. Tal vez, desde que el Valencia le endosara el 6-0 al Madrid en la copa del 99. Vivir aquello en Mestalla no tuvo precio. Siempre fui antimadridista; no me costó adquirir semejante perfil, pues a la hora de comparar a los dos presumiblemente grandes, uno te intentaba ganar jugando al fútbol (era la época de Koeman, Hristo, Laudrup o el propio Pep) y el otro te quería ganar por cojones, por solera e historia. Además, en el colegio, los que eran de un equipo, el blaugrana, me caían bien; y los que eran merengues directamente no los soportaba. Arrogancia frente a elegancia era mi visión y puestos a elegir, ya se sabe.

Esta noche se presentaba un nuevo episodio entre Barça y Madrid, y la sensación de la gente es que los blancos eran ligeramente favoritos. Hasta amigos míos, como abducidos por los medios e hipnotizados por el don nadie de su entrenador, veían claro el asalto madridista. No deja de ser la historia de todos los años, ya saben... con el dinero que se han ganado, con esos cracks, es una máquina de equipo... y al final, casi hasta te convencen. Pero cuando están a punto de hacerlo, algún equipo bien trabajado les pone en su sitio. Una y otra vez. Año tras año, confían plenamente en su pegada, amparados en su escudo y su categoría.

La situación real, lo que destilan, es que están desquiciados. Ya no saben que hacer y ya se están ganando la enemistad de casi todos los demás clubes que conforman la primera división. Primero, por su presidente, gran orquestador del nuevo reparto del montante económico por los derechos televisivos. Pretende imponer que su club sea el que más trozo se lleve del pastel, como decía antes, también por cojones. Muchos clubes no están dispuestos a permitir que el sistema se convierta en feudal, con ricos muy ricos, pobres muy pobres, y se pierda la competitividad que merece una liga tan interesante como la española. Esos otros clubes proponen un sistema como el de la Premier inglesa, con repartos fijos para todos y variables según méritos en el cesped. Algo a lo que no está dispuesto a ceder Herr Pérez (Florentino). En segundo lugar, también generan animadversión porque han fichado a un entrenador, José (recordar pronunciarlo como Xosé) Mourinho, un entrenador con suerte que cree haber descubierto el fútbol y, lo que es peor, ha venido a nuestra liga a enseñárnoslo. Cuenta con una legión de lameculos esparcidos por todos los medios de comunicación dispuestos a defenderle a capa y espada y pronto se darán cuenta de que han dejado pasar la oportunidad de plasmar un estilo definido con la continuidad de Pellegrini. Todo el mundo recordará que Mourinho acusó a Preciado, entrenador del Sporting, de dejarse perder en el Camp Nou, o salir a ello, sin fe. Lo cierto es que Preciado hizo bastantes cambios, pero con la intención de sorprender, y salió derrotado 1-0, poniendo en apuros al Barça. ¿Qué le preguntamos a José hoy, que si también ha salido a dejarse perder tras el 5-0 final?

Hablemos del partido. Sólo tuvo una cara de la moneda. El ¿ganador? Mourinho acabó con tres pivotes renunciando a su estilo (si es que lo tiene) y a ver si sonaba la flauta, como el año pasado con el Inter, cuando le salió bien. Esta vez se llevó un baño y la burla de todo el estadio. Se dice de él que nunca llevó bien que lo menospreciaran cuando ejercía de traductor de Robson en el Barça y pretendía volver, a la mano que le dio de comer en su día, a dar lecciones de fútbol. Dirigió a un equipo fantasma y al otro lado habían once futbolistas que jugaban incluso mejor que aquel Dream Team que nos fascinó de niños a todos los que nacimos en los 80 y creemos en este deporte como la vía para llegar a la excelencia por medio de las múltiples combinaciones, las asociaciones en corto y la posesión del balón.

De modo, que lo dicho, Xosé, vete por donde viniste.

martes, 2 de noviembre de 2010

El chalet de Benjamín

Ha pasado ya algún tiempo, pongo la excusa de que la inspiración cesó y con la misma fuerza que el blog fue creado, pareció desvanecerse. Pero he encontrado la razón de ser, ha sido así, inmediato, reflexionando sobre qué cosas recordaba de la fiesta de Halloween. Y no lo podía dejar pasar por alto, tenía que estar aquí reflejado un suceso que año tras año me viene a la memoria y no es otra cosa que la famosa fiesta celebrada hace 9 años en el chalet de Benjamín.


Para quien no lo conozca, Benjamín Zarandona es un futbolista hispano-guineano, hoy día en el ocaso de su carrera en el Palencia de la 2a división B, y fue durante una década el fichaje nacional más caro de la historia del Betis. En lo futbolístico, Benjamín pertenecía a esa clase de mediocentros que hacen un partido brillante de cada veinte para luego diluirse en otros tantos con la rentas de su depurada calidad técnica. Esa clase de persona que, sobrado de talento, no llega más lejos en su profesión por su apatía o, quien sabe, vanidad. Benjamín era querido en la grada, siempre amante de las filigranas, y quizá creaba algún resquemor entre los compañeros, obligados a esforzarse más y no obtener los mismos halagos que cuando al bueno de Benji le daba por sacarse algo de la chistera. La gran mayoría, en cualquier caso, estaba obligada a adorarle, pues se sabe que era un simpático allá donde iba.

Y sucedió. Estoy hablando de la fiesta que se celebró en el chalet de Benjamín a las afueras de Sevilla para celebrar la noche de Halloween. La cosa no hubiera trascendido de no ser porque algún pajarito le contó a Manuel Ruiz de Lopera, presidente del Real Betis Balompié, de la juerga que había allí montada. Y éste se personó junto a los dos entrenadores y el gerente del club en casa de Benjamín para pillarlos in fraganti. Eran las 4:30 de la madrugada. Lo que se encontró allí nadie lo sabe a ciencia cierta, ya que posteriormente fue motivo de chistes y comentarios de todo el mundo durante años, pero se dice que cuando Lopera llegó, allí estaban en torno al 60% de la plantilla, unos quince juerguistas, que se habían dado cita allí sin sus respectivas esposas o novias. Sin embargo, allí salían a dos señoritas para cada uno, algunas de ellas desnudas por los pasillos, y algunos futbolistas, en una escena vodevilesca, trataban de salir por las ventanas para evitar ser pillados. Benjamín, por entonces soltero, no tuvo que rendir muchas cuentas en su vida privada, pero sí con el presi, que hizo su particular caza de brujas. La gran mayoría, como digo, no sabía donde esconderse y ebrios, o a saber en qué estado, fueron pillados en lo que para la historia ha quedado como una escena culmen de lo que puede pasar en jóvenes, con un poder adquisitivo alto, con un éxito repentino y unas ganas de pasarlo en grande que no se lo creían ni ellos en aquella plantilla de aquel mítico Betis.

A posteriori, aquella historia degeneró en motivo de chistes, elucubraciones y suposiciones por parte de todo el mundo. Yo estaba en el instituto y, a veces, cuando alguien hablaba de juergas, siempre se recurría a hablar de la del chalet de Benjamín, y yo no podía evitar una sonrisa imaginándome a aquel elenco de futbolistas en semejante estado de lujuria.